Ese tiempo se esfumó, marchó, abrió la puerta y escapó fugaz. Lo tenía firmemente sujeto entre mis dedos, giré la cabeza para dedicar un gesto de asco a ya no recuerdo qué, y al volver la cabeza ya no estaba. Fue desaprovechado y se ofendió, de modo que, como una persona incómoda en un lugar, puso sus pies etéreos en marcha hacia un utópico lugar en el que fuese querido y bien aprovechado.

Pero, ¿y si frenamos? Sí, frenar. Sentarnos contemplando una puesta de sol y dejar que el tiempo, en lugar de quemar nuestras manos como una soga que trata de escapar fuertemente de nuestra presión, se deslice y nos acaricie como un suave lazo de raso, como un suave, bello y dulce lazo de raso. Disfrutar y quedarse con los pequeños detalles, en lugar de malgastarlo mirando mal a los demás.
Y hasta aquí la reflexión de hoy, compañeros. Espero que les haya gustado y que reflexionen sobre ello, aunque sea un tema algo tópico.
Descanses, mañana es lunes pero algunos podemos decir que en breves disfrutaremos de las vacaciones y aprovecharemos ese tiempo.
Me gusta eso de no permitir que los zombies no te roben el tiempo :) que gran verdad.
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